18 de septiembre de 2023

 

MEDITACIÓN SOBRE EL CUADRO “HERIDAS”, de Puerto García Sierra.

El Mal produce heridas en nuestra piel. Unas vienen de dentro, otras de fuera: agresiones, insultos, maledicencias, bombardeos, zancadillas, cuchilladas…

Desde dentro de nosotros mismos manan, poco a poco, los agentes de cicatrización. Proceden de la “imagen de Dios” que tenemos dentro. 

La imagen de Dios que somos, va depositando “llamaradas divinas” (Cantar de los Cantares 8, 6) en los bordes de la herida, la estabilizan, la secan, la van curando…la herida sigue abierta, pero ya no sale sangre por ella, sino Amor.

El resultado es que, sin dejar de ser piel humana -más blanca o negra, o rosada o macilenta o mustia- se transfigura y reluce, esplendorosa. El Mal, queriendo matarnos, desde fuera o desde dentro, repito, nos ha herido y, a través de las heridas el Amor, que está en nuestro ADN espiritual y bioquímico, interacciona con nuestra piel, meramente humana, se desborda por ella y capta la Luz Primera, repartida también por todo el Universo…

Las heridas (la participación en la Pasión y en la Cruz del Crucificado) nos permiten contemplar nuestra realidad más verdadera: somos hijos de Dios que vivimos por Amor y en Amor (en - amor - dados)… y el Amor se derrama en Luz, sin desgastarse, a través de nuestras heridas cicatrizadas.

Dios no ha encendido nuestra Luz desde dentro de nosotros para guardarla acapararla bajo un celemín, sino para que alumbre a todos los de casa… y a quien tenga los ojos limpios y bondadosos para ver… 

Antonio Matilla Matilla